A raíz de Espectros de Marx de Jacques Derrida, hemos constatado la especial y particular relación de Marx con los espectros, pero a la vez con los fantasmas y los espíritus. Nos hemos percatado que en el texto marxista existe un despliegue que es a la vez coherente, paradójico, burlesco, enigmático, crítico y sobre todo obsesivo, con todo lo referente a un más allá. Hay pues, una teoría de lo muerto, pero de lo muerto en relación con lo vivo, es decir, de una relación entre lo pasado y lo presente, pero a su vez fuertemente con lo por-venir. Los espectros de Marx serían las experiencias inmanentes en el texto marxista con todo aquello que en cierto momento lo vincula con espectralidades, tanto en sus críticas (a Stirner, a Bauer, a Hegel, y a la metafísica en general), en su contingencia histórica (18 brumario, “dejar que los muertos entierren a sus muertos”), en su teoría política y social (el Comunismo como el espectro que asedia a Europa), en su teoría económica (aquel carácter enigmático de la mercancía, el fetichismo, lo espectral que tiene el valor), etc. Todo esto lo podríamos resumir en dos planteamientos o problematizaciones:
1- Marx tiene una imagen de la revolución francesa que corresponde a la emancipación universal de lo humano. Esta imagen devuelve de manera invertida la imagen de Alemania, pues correspondería a un estado a destiempo, un estado espectral respecto al avance histórico en otra dirección de las revoluciones modernas. No habría de esta forma para Marx un presente-a-sí, el tiempo estaría dislocado, out of joint. Y pues la revolución francesa termina por sepultar la monarquía del antiguo régimen. El proceso histórico es leído como expresión del sentimiento de la nueva vida. Ruptura doble temporal: ruptura que divide en un antes y un después; ruptura que pone en dirección con cambios irrevocables y un pasado irrestituible: “destruir lo destruido, hacer que sea imposible su retorno.” Todo esto contrasta con Alemania, pues no solamente hay un atraso político sino que además parece aún dominar un tiempo pre-moderno, donde lo destruido persiste. La tarea sería para Marx hacer una doble revolución: política y metafísica, que a su vez, es una caza de espíritus, caza de espectros. Por esta razón ve que la metafísica es la portadora de todos los espectros, su ataque intempestivo con Alemania es para exorcizarla de todos los espectros que la consumen. Pero sólo existiría emancipación en Alemania cuando converjan fuerzas históricas para crear y constituir lo nuevo. Pues habría una suerte de anticipación de la emancipación respecto a sí misma: despliegue de fuerzas anterior a la consumación de la emancipación. La clase dominante es espectral respecto a su poder: “lo que cae ya ha caído” (Dieciocho brumario) en otro palabras, lo que se tiene que cristalizar ya está deviniendo. Devenir material de las fuerzas históricas, que dan cuenta del devenir espectral de la clase dominante. Por ejemplo, si ha tenido lugar la revolución francesa se debe a la espectralidad del poder monárquico, poder que da cuenta ya de su debilitamiento. Hay siempre una impotencia: otro que sopla, un espectro que circunda, esto se debe a la potencia expresa de un poder que se está constituyendo.
2- Si para Marx la ideología no es otra cosa que teología, algo relacionado con la religión, con la superstición y en definitiva con la Metafísica. La mercancía no presentaría caracteres tan distintos, pues ésta tendría ese carácter místico, secreto, enigmático, que Marx al comienzo de El Capital trabaja de forma tan fina. La mesa que baila estaría poseída, y siempre la posesión, el estar-en-posesión, no remite a otra cosa que a espíritus, fantasmas, espectros. La mercancía, la madera transformada en mesa, también tendría un carácter espectral, pues el fetichismo es siempre lo fantasmal operando. Si pensamos en la subsunción real del capital, tendríamos que decir nuestro ser-en-el-mundo (ser-en-el-capital), es una experiencia espectral. Somos en el capital, tanto así como somos fantasmales y espectrales, es decir, la Sociedad del Espectáculo (Debord), como todo aquello que era vivo, que era vivido, se aparta en una representación fantasmal. El Capital es lo inmanente, el Capital no es efecto, es lo que produce y lo producido: producción sobre producción. Es la imagen del flaneur de Baudelaire, perdido en los pasajes de Paris, las mercancías le hablan, él habla, se mueve, como mercancía, flaneur que choca como mercancía en la ciudad burguesa. Pensar en el carácter espectral de la mercancía, en la metafísica del valor, nos tienta a pensar un mundo plagado por espectralidades.
Con esto surgen algunas preguntas. ¿Cuál es la relación efectiva de Marx con los espectros?, pues si bien, Marx en el primer momento que enmarcamos evidentemente se desplaza en una cruzada frenética por y contra los espectros para exorcizarnos de la metafísica. También podríamos plantear que en la noción de tiempo que Marx re-elabora sobre todo en el 18 Brumario, no asume de por sí una relación negativa con los espectros, pues creemos que ya existiría ahí lo que Benjamin llamó “las voces muertas”, “la débil fuerza mesiánica”, aquello que siempre está latente, aquello que siempre vuelve, y está presente, en un tiempo disyunto y dislocado, ¿qué pasaría ahí con los espectros?, ¿existe o no una relación afirmativa con estos? Y pues por otro lado, ¿qué ocurre cuándo en el análisis del valor se encuentra con más espectros, con más fantasmas? ¿Estaríamos tentados a decir que con la mercancía, pasaría aquello que Baudrillard en la Crítica de la economía política del signo llamaba una relación de rechazo en Marx con cierto valor de cambio, por una re afirmación del valor de uso, queriendo decir que en Marx habría un gesto conservador? ¿Podríamos sentenciar que Marx también fehacientemente en la teoría del valor, quiere cazar a todo lo espectral que hay en ella? El asunto pues se revela problemático: ¿por qué acaso no sería que la chance política marxista se juega en este intersticio, en esta ambigüedad con lo espectral?, es decir, ¿cuál es mi relación con lo espectral, habrá que cazar a todos los espectros?
1- Marx tiene una imagen de la revolución francesa que corresponde a la emancipación universal de lo humano. Esta imagen devuelve de manera invertida la imagen de Alemania, pues correspondería a un estado a destiempo, un estado espectral respecto al avance histórico en otra dirección de las revoluciones modernas. No habría de esta forma para Marx un presente-a-sí, el tiempo estaría dislocado, out of joint. Y pues la revolución francesa termina por sepultar la monarquía del antiguo régimen. El proceso histórico es leído como expresión del sentimiento de la nueva vida. Ruptura doble temporal: ruptura que divide en un antes y un después; ruptura que pone en dirección con cambios irrevocables y un pasado irrestituible: “destruir lo destruido, hacer que sea imposible su retorno.” Todo esto contrasta con Alemania, pues no solamente hay un atraso político sino que además parece aún dominar un tiempo pre-moderno, donde lo destruido persiste. La tarea sería para Marx hacer una doble revolución: política y metafísica, que a su vez, es una caza de espíritus, caza de espectros. Por esta razón ve que la metafísica es la portadora de todos los espectros, su ataque intempestivo con Alemania es para exorcizarla de todos los espectros que la consumen. Pero sólo existiría emancipación en Alemania cuando converjan fuerzas históricas para crear y constituir lo nuevo. Pues habría una suerte de anticipación de la emancipación respecto a sí misma: despliegue de fuerzas anterior a la consumación de la emancipación. La clase dominante es espectral respecto a su poder: “lo que cae ya ha caído” (Dieciocho brumario) en otro palabras, lo que se tiene que cristalizar ya está deviniendo. Devenir material de las fuerzas históricas, que dan cuenta del devenir espectral de la clase dominante. Por ejemplo, si ha tenido lugar la revolución francesa se debe a la espectralidad del poder monárquico, poder que da cuenta ya de su debilitamiento. Hay siempre una impotencia: otro que sopla, un espectro que circunda, esto se debe a la potencia expresa de un poder que se está constituyendo.
2- Si para Marx la ideología no es otra cosa que teología, algo relacionado con la religión, con la superstición y en definitiva con la Metafísica. La mercancía no presentaría caracteres tan distintos, pues ésta tendría ese carácter místico, secreto, enigmático, que Marx al comienzo de El Capital trabaja de forma tan fina. La mesa que baila estaría poseída, y siempre la posesión, el estar-en-posesión, no remite a otra cosa que a espíritus, fantasmas, espectros. La mercancía, la madera transformada en mesa, también tendría un carácter espectral, pues el fetichismo es siempre lo fantasmal operando. Si pensamos en la subsunción real del capital, tendríamos que decir nuestro ser-en-el-mundo (ser-en-el-capital), es una experiencia espectral. Somos en el capital, tanto así como somos fantasmales y espectrales, es decir, la Sociedad del Espectáculo (Debord), como todo aquello que era vivo, que era vivido, se aparta en una representación fantasmal. El Capital es lo inmanente, el Capital no es efecto, es lo que produce y lo producido: producción sobre producción. Es la imagen del flaneur de Baudelaire, perdido en los pasajes de Paris, las mercancías le hablan, él habla, se mueve, como mercancía, flaneur que choca como mercancía en la ciudad burguesa. Pensar en el carácter espectral de la mercancía, en la metafísica del valor, nos tienta a pensar un mundo plagado por espectralidades.
Con esto surgen algunas preguntas. ¿Cuál es la relación efectiva de Marx con los espectros?, pues si bien, Marx en el primer momento que enmarcamos evidentemente se desplaza en una cruzada frenética por y contra los espectros para exorcizarnos de la metafísica. También podríamos plantear que en la noción de tiempo que Marx re-elabora sobre todo en el 18 Brumario, no asume de por sí una relación negativa con los espectros, pues creemos que ya existiría ahí lo que Benjamin llamó “las voces muertas”, “la débil fuerza mesiánica”, aquello que siempre está latente, aquello que siempre vuelve, y está presente, en un tiempo disyunto y dislocado, ¿qué pasaría ahí con los espectros?, ¿existe o no una relación afirmativa con estos? Y pues por otro lado, ¿qué ocurre cuándo en el análisis del valor se encuentra con más espectros, con más fantasmas? ¿Estaríamos tentados a decir que con la mercancía, pasaría aquello que Baudrillard en la Crítica de la economía política del signo llamaba una relación de rechazo en Marx con cierto valor de cambio, por una re afirmación del valor de uso, queriendo decir que en Marx habría un gesto conservador? ¿Podríamos sentenciar que Marx también fehacientemente en la teoría del valor, quiere cazar a todo lo espectral que hay en ella? El asunto pues se revela problemático: ¿por qué acaso no sería que la chance política marxista se juega en este intersticio, en esta ambigüedad con lo espectral?, es decir, ¿cuál es mi relación con lo espectral, habrá que cazar a todos los espectros?
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