“Hoy, el rock como contracultura está muerto: es una puta mantenida por el Estado y la propaganda. Lo que queda son los vestigios de entretenimiento pop y el kitsch del rock.” (Adrián Dargelos, Vocalista Babasónicos)

Siempre el proceso es el mismo: algo que se desborda y algo que captura lo desbordado. Aquello que se desborda es lo que hace producir y efectuarse al capitalismo, es aquello que Marx sostenía como lo esencial de la burguesía capitalista: su carácter revolucionario. Es un chorro que emana sobre un campo, un torrente que siempre es pura agitación molecular que luego tomará su forma molar. Siempre es el mismo proceso. Al torrente que avanza se le asigna un código, y de esta forma lo que desborda se trae a tierra. El rock –y con ello todo lo que esto acarrea, es decir, la cultura juvenil completa- como un torrente. No queremos definir en este apartado qué es – esencialistamente- el rock, ya que sería una tarea estéril y poco acertada. Simplemente plantearemos preguntas que definirían o darían a entender qué es esto que se llama rock. ¿El rock sería realmente una puta que no es propiedad de nadie, y que pertenece a cualquiera, pero que sólo es mantenida por la propaganda?; ¿el rock como esclava del capitalismo pero a la vez como su mayor ruptura? o ¿simplemente es un aparato de entretención, es decir, un aparato de la Industrial Cultural del mismo Capitalismo?

Se dirá que no estamos diciendo nada nuevo, Marx hace mucho tiempo dijo algo parecido, sin embargo acá queremos sostener otra cosa, pues podríamos hacer un estudio cultural y decir lo mismo, pero escogimos al rock porque precisamente en él vemos chances, posibilidades, totales líneas de fugas y demasiadas transgresiones.

El rock en tanto es producto del capitalismo se diseñó a sí mismo una forma y cierto estilo de ser, o mejor dicho: una actitud. Ese estilo o actitud es el de la rebeldía ante lo establecido. James Dean como prototipo a seguir dentro del rock; estilo que quizás funcionó en la primera década del rock, con figuras como Morrison, Hendrix, Lennon o Joplin, que funcionaron como la novedad, como lo propiamente moderno y vanguardístico, pero luego fue coactado o reterritorializado, y se creó aquella rebeldía normalizada. Aquí o allá la firma del contrato con la multinacional, el merchandising en torno a la banda o al “icono” y un sin fin de aparatos que regularizan la rebeldía y la trasgresión.
El problema que queremos enunciar aquí es el de cómo el rock puede ser actualmente una vía de perturbación y trasgresión, pese a estar coactado y capturado. Y si nos fijamos, ¿no es este el problema actual de lo político? Pues claramente eso también queremos sostener, al hablar del rock no estaremos hablando desde una perspectiva periodística tipo fanzine, sino que la temática del rock nos servirá para sostener cómo o de qué forma son posibles salidas políticas, líneas de fuga, y de cómo poder operar dentro de una Máquina de Captura. Y ciertamente: de cómo el rock puede producir fantasía y descentrar a una generación de sí misma, y provocar alteraciones sociales, grupúsculos sin identidades y aglutinaciones verdaderamente sociales, es decir tribus urbanas, verdaderas tribus.. Los problemas serán tratar de deslindar al rock de ciertas expresiones panfletarias, ancladas todavía a una idea de representación, o de entrega de mensajes, que no caen en otra cosa que en el moralismo político y humanista. El otro punto importante de aclarar acá es de cómo el rock (como posibilidad política) sólo puede operar al estar en constante conexión con cualquier otra cosa, es decir, no debe estar marginado en ciertos sectores, sino que acá se hablará de un rock (o de una salida política) totalmente inmerso en la cultura del espectáculo, en la cultura pop'.
[1] Entrevista publicada en Diario Los Andes -Mendoza- el 13-10-2002 http://www.rock.com.ar/notas/0/102.shtml
[2] Utilizaremos a los Babasónicos sólo por capricho, trataremos de utilizar entrevistas y canciones, y la estética de este popular grupo de rock para demostrar en el mismo texto como puede operar una Máquina de Guerra en la cultura Pop, en los mass-media, y en los charts tan codificados y segmentarizados por el Capitalismo.
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