“Hoy, el rock como contracultura está muerto: es una puta mantenida por el Estado y la propaganda. Lo que queda son los vestigios de entretenimiento pop y el kitsch del rock.” (Adrián Dargelos, Vocalista Babasónicos)
Siempre el proceso es el mismo: algo que se desborda y algo que captura lo desbordado. Aquello que se desborda es lo que hace producir y efectuarse al capitalismo, es aquello que Marx sostenía como lo esencial de la burguesía capitalista: su carácter revolucionario. Es un chorro que emana sobre un campo, un torrente que siempre es pura agitación molecular que luego tomará su forma molar. Siempre es el mismo proceso. Al torrente que avanza se le asigna un código, y de esta forma lo que desborda se trae a tierra. El rock –y con ello todo lo que esto acarrea, es decir, la cultura juvenil completa- como un torrente. No queremos definir en este apartado qué es – esencialistamente- el rock, ya que sería una tarea estéril y poco acertada. Simplemente plantearemos preguntas que definirían o darían a entender qué es esto que se llama rock. ¿El rock sería realmente una puta que no es propiedad de nadie, y que pertenece a cualquiera, pero que sólo es mantenida por la propaganda?; ¿el rock como esclava del capitalismo pero a la vez como su mayor ruptura? o ¿simplemente es un aparato de entretención, es decir, un aparato de la Industrial Cultural del mismo Capitalismo?
Partamos diciendo que en el rock se conjugan todas las desterritorializaciones posibles, pero también en el mismo rock se conjugan todas las reterritorializaciones. Porque en el capitalismo siempre se trata del mismo proceso como lo hemos venido diciendo: algo que se desborda pero luego se retiene y se codifica. Deleuze nos dice en un pequeño texto de por ahí: “Si una persona tiene cabellos, esos cabellos pueden atravesar muchas etapas: el peinado de la joven no es el mismo que el de la mujer casada, no es el mismo que el de la viuda: hay todo un código del peinado. La persona: ¿en tanto qué lleva esos cabellos? Se presenta típicamente como interceptora con relación a los flujos de cabellos que van más allá, y más allá su caso y sus flujos de cabellos están ellos mismos codificados según códigos muy diferentes: código de la viuda, código de la joven, código de la mujer casada, etc. Finalmente ese es siempre el problema esencial de la codificación y de la territorialización, codificar los flujos con, y como medio fundamental: marcar a las personas...” Bien, digamos que el rock es ese nuevo peinado constante, pues aparece el rock como una bandera de lucha de la juventud, como algo totalmente nuevo, una novedad cualquiera: es algo sumamente extraño que aparece en el deslumbre total del Capitalismo, en plena guerra fría, en el auge total de la cultura pop'. Los jóvenes se desterritorializan a sí mismos, matan al padre y crean su nueva ley-padre (ya no se escuchará al padre, sino que al rock star de turno): con esto acaecen nuevos códigos (entre ellos un peinado nuevo) y un nuevo lenguaje. El rock en los 60 como se dice estuvo a punto de lindar una desterritorialización total, fue quizás la mayor arma (y evidentemente novedosa) de la Interrupción del 68'. ¿Pero qué hace el Capitalismo ante esto que se desborda? Toma esta nueva forma expresiva y la codifica: le da nombre, lo transforma en legal, lo hace afiche publicitario, lo adapta...
Se dirá que no estamos diciendo nada nuevo, Marx hace mucho tiempo dijo algo parecido, sin embargo acá queremos sostener otra cosa, pues podríamos hacer un estudio cultural y decir lo mismo, pero escogimos al rock porque precisamente en él vemos chances, posibilidades, totales líneas de fugas y demasiadas transgresiones.
Adrián Dárgelos, vocalista de Babasónicos sostiene: “el rock sirve para revelar la farsa y la hipocresía del juego, pero no puede luchar contra el mismo juego porque es un arma del juego. Es un placebo que inventa el capitalismo para que estés contenido dentro de una cierta rebeldía normalizada. Pero el rock siempre puede elegir no colaborar y a partir de ahí generar una contra activa.”[1] Esta declaración es sumamente importante, pues devela algo que para muchos no es visible ni audible. Decíamos más arriba que el rock en sus inicios produjo quizás cambios, alteró a niveles molares y moleculares muchísimos segmentos sociales, sin embargo, fue capturado. Al rock claramente lo podríamos entender como una tremenda Máquina de Guerra, pero el problema actual consiste precisamente en dar una nueva noción de lo que es el rock como Máquina de Guerra, darle todo su papel de nomadismo, de trasgresión, y de agente de perturbador de las masas. La declaración de Dárgelos[2] es clave para entender todo esto.
El rock en tanto es producto del capitalismo se diseñó a sí mismo una forma y cierto estilo de ser, o mejor dicho: una actitud. Ese estilo o actitud es el de la rebeldía ante lo establecido. James Dean como prototipo a seguir dentro del rock; estilo que quizás funcionó en la primera década del rock, con figuras como Morrison, Hendrix, Lennon o Joplin, que funcionaron como la novedad, como lo propiamente moderno y vanguardístico, pero luego fue coactado o reterritorializado, y se creó aquella rebeldía normalizada. Aquí o allá la firma del contrato con la multinacional, el merchandising en torno a la banda o al “icono” y un sin fin de aparatos que regularizan la rebeldía y la trasgresión.
El problema que queremos enunciar aquí es el de cómo el rock puede ser actualmente una vía de perturbación y trasgresión, pese a estar coactado y capturado. Y si nos fijamos, ¿no es este el problema actual de lo político? Pues claramente eso también queremos sostener, al hablar del rock no estaremos hablando desde una perspectiva periodística tipo fanzine, sino que la temática del rock nos servirá para sostener cómo o de qué forma son posibles salidas políticas, líneas de fuga, y de cómo poder operar dentro de una Máquina de Captura. Y ciertamente: de cómo el rock puede producir fantasía y descentrar a una generación de sí misma, y provocar alteraciones sociales, grupúsculos sin identidades y aglutinaciones verdaderamente sociales, es decir tribus urbanas, verdaderas tribus.. Los problemas serán tratar de deslindar al rock de ciertas expresiones panfletarias, ancladas todavía a una idea de representación, o de entrega de mensajes, que no caen en otra cosa que en el moralismo político y humanista. El otro punto importante de aclarar acá es de cómo el rock (como posibilidad política) sólo puede operar al estar en constante conexión con cualquier otra cosa, es decir, no debe estar marginado en ciertos sectores, sino que acá se hablará de un rock (o de una salida política) totalmente inmerso en la cultura del espectáculo, en la cultura pop'.
[1] Entrevista publicada en Diario Los Andes -Mendoza- el 13-10-2002 http://www.rock.com.ar/notas/0/102.shtml
[2] Utilizaremos a los Babasónicos sólo por capricho, trataremos de utilizar entrevistas y canciones, y la estética de este popular grupo de rock para demostrar en el mismo texto como puede operar una Máquina de Guerra en la cultura Pop, en los mass-media, y en los charts tan codificados y segmentarizados por el Capitalismo.
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